Falleció el doctor Hugo Villar (1925-2014)

Su fallecimiento, ocurrido en la madrugada de hoy, 15 de abril de 2014, se produce a los 89 años dejando una importante obra y un magnífico ejemplo de vida consagrada a la salud.
Hugo Villar Tejeiro nació en Montevideo el 20 de noviembre de 1925. Inició su formación desde estudiante vinculado a la Histología y luego al Departamento de Anatomía Patológica. Pensaba en ser patólogo. Pero algo ocurrió en su destino y con el famoso patólogo alemán del siglo XIX, Rudolf Virchow (1821-1902), tal vez coincidió en este pensamiento:
"La Medicina no es sino política en gran escala."
"La reforma médica necesaria es sólo una parte de la reforma de la sociedad".
Tuvo una intensa militancia estudiantil que lo llevó a ser miembro de la Comisión Directiva y Secretario General de la Asociación de los Estudiantes de Medicina. Desde esa época reveló un profundo interés en la administración hospitalaria, por la que fue elegido delegado de los estudiantes a la flamante Comisión del Hospital de Clínicas, donde tuvo un magnífico desempeño, primero como delegado y luego como secretario del Decano, en la época en que recaía sobre quien conducía la Escuela de Medicina, la mayor responsabilidad en la dirección del Hospital. Tempranamente, antes de recibirse como médico, comenzó su trayectoria como Especialista en Salud Pública y en Administración de Servicios de Salud. Tuvo maestros extranjeros de altísimo nivel, tal vez los mayores exponentes de su época, que cuando no había aquí nadie con formación académica para hacer Administración de Salud, vinieron al Uruguay a brindar enseñanza, que fueron los Dres. Odair Pacheco Pedroso, de Sao Paulo, Brasil, Hugo Enríquez Frödden, de Chile y Guillermo Almenara Irigoyen de Perú, grandes maestros a los que guardó siempre respeto, admiración y cariñó. Realizó con ellos cursos intensivos, pero además fue Director Asistente de Almenara, hacia el final de su gestión. De modo que hizo una larga experiencia de aprendizaje y resolución de problemas, reuniendo un amplio bagaje de conocimientos y antecedentes a lo largo de sus años más jóvenes, lo que sin duda, contribuyó a una visión global más rica.
Se graduó como Médico en diciembre de 1959, asumiendo poco después como primer Director titular uruguayo la conducción del Hospital de Clínicas "Dr. Manuel Quintela". Tenía entonces apenas 34 años.
Cuando asumió como primer Director, seleccionado por concurso de méritos del Hospital, en un discurso rico en significado, pleno de entusiasmo para acometer la tarea, decía:
"La palabra hospital, por su etimología, por su significado, por su origen, resume los más elevados sentimientos que caracterizan a la especie humana. Hospitalario es, según el diccionario, el que socorre y alberga a los necesitados y además, dícese del que acoge con agrado y agasaja a quienes recibe en su casa.
"En ese significado simple, va implícito un concepto trascendente; cuando asistimos a alguien en el Hospital, estamos ante todo, recibiendo un huésped en nuestra casa, al servicio del cual debemos poner lo mejor de nuestra capacidad, todo lo que ofrezca en su beneficio la ciencia y la técnica más moderna y más eficaz, pero al mismo tiempo poner en la ayuda calor humano y simpatía. Factores indispensables en el proceso de recuperación, si se tiene presente que el personal del Hospital constituye en cierto modo, en ese momento, la familia del paciente.
"En el significado de la palabra, va pues, un concepto de solidaridad humana, que es expresión del sentimiento que sirve de base de sustentación de todo hospital.
"Por eso es la más noble de todas las empresas humanas y por eso es un privilegio trabajar en un hospital; porque además del pago material por el trabajo, se recibe una compensación que no se puede medir en dinero, porque son inconmensurables las satisfacciones que produce el cumplimiento de una misión de propósitos tan elevados."
A ese momento de claridad de objetivos y compromiso inicial, siguieron años de intenso y fecundo trabajo, cumpliendo ampliamente aquellas metas programáticas, en medio de un mar de satisfacciones mezcladas con dificultades.
Organizó el Departamento de Enfermería del Hospital, de una manera brillante, a cargo de la Nurse Dora Ibarburu, tan recordada, que fuera la primera Directora de la Escuela Universitaria de Enfermería, antecesora de la actual Facultad. Durante su mandato se realizó el primer trasplante renal en el Uruguay, en su Hospital, que fue una sorpresa formidable en junio del año 1969, enseñando, de paso, cómo se maneja la información para trascender a la población en un hecho tan impactante. Fue el fundador, el impulsor con su equipo, del primer Centro de Tratamiento Intensivo que hubo en el Uruguay, en 1971, que había planeado con las Comisiones Directivas presididas sucesivamente por Constancio E. Castells, Jorge Dighiero y Luis A. Castillo. La Dirección que integraba en 1972 dio su apoyo al estudio y elaboración del proyecto de creación del Centro Nacional de Quemados, que sería realidad veinte años más tarde. Consolidó un equipo de Dirección de mucho valor integrándolo con el Dr. Julio César Ripa Barbieri y el Dr. Aron Nowinski, que fueron sus compañeros inseparables.
Escribió, con otros colaboradores de su equipo, capítulos de la obra Medicina Sanitaria y Administración de Salud que encabezó Abraam Sonis y que constituye un libro de cabecera muy querido, y empleado en toda América Latina.
Es autor de un libro señero junto con los doctores Julio C. Ripa y Aron Nowinski sobre Especificaciones y Descripciones de Cargos del Hospital de Clínicas, que también tuvo el honor de ser el primero en su género en Iberoamérica. Constituye una de las claves de administración de personal en una organización de salud, grande y de alta complejidad. Obra que mereció los más amplios elogios de las publicaciones especializadas de su tiempo, a fines de 1969.
La OMS, en su Constitución de 1948, define la salud como "un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades".
Junto al médico salubrista cubano Roberto Capote Mir elaboraron una nueva definición de Salud, aggiornando aquella vieja y conocida de la OMS del año 1948. Esto lo hicieron por los años ´80, y es una referencia internacional insoslayable.
La nueva definición aporta un criterio más amplio, dinámico y moderno: "La salud es una categoría biológica y social en unidad dialéctica con la enfermedad, resultado de la interrelación armónica y dinámica entre el individuo y su medio, permite al individuo el cumplimiento de su rol social, está condicionada al modo de producción y a cada momento histórico del desarrollo de la sociedad, constituye un inestimable bien social y su atención es un derecho humano fundamental".
Es más rica, didáctica y tiene el fluir de la ciencia y de la vida.
Pero sobre todas las cosas, hizo de su vida una pasión por la salud, articulando teoría y praxis, por definir claramente lo que sería la misión y visión de un Sistema Nacional de Salud, como el que hoy tenemos, con sus virtudes y sus defectos a corregir, aportando una concepción teórica que él desarrolló y enseñó a través de sus clases, sus conferencias y sus libros. Además de sus numerosas exposiciones y trabajos científicos para Congresos y Jornadas sobre Doctrina, Política y Planificación de Salud, donde definió hace décadas claramente los conceptos de Sistema, Servicio y Seguro Nacional de Salud, tan necesarios para la realidad de hoy, ha publicado en los últimos diez años, tres libros: uno en 2003, otro en 2005 y otro en 2012, como ayudas para encarar mejor tan arduo y difícil camino. El primero, denominado "Salud: Una política de Estado", elabora una guía hacia el Sistema Nacional Integrado de Salud. El segundo, denominado "Descentralización en Salud", en colaboración con el Director del Hospital Regional de Tacuarembó, Dr. Ciro Ferreira Márquez, sienta las bases de una larga deuda que mantiene nuestro sistema de salud, aún pendiente, mostrando un camino real, un modelo posible y ya transitado, para que la macrocefalia montevideana deje de impedir el desarrollo de núcleos regionales y departamentales que beneficiarán la amplia red que debe formar el Sistema. En el último de sus libros Gestión de Servicios de Salud, con un importante conjunto de colaboradores de todos los tiempos, plasma un verdadero tratado para resolver y superar las ineficiencias de los sistemas de salud, incluido el que tenemos, que marcha a trancos y barrancos.
Esa transformación de las estructuras de salud, que plasmó en sus libros y cursos, respetando la diversidad y buscando la integración de todos los actores, es tal vez la razón suprema por la que la Organización Panamericana de la Salud le confirió el Premio "Dr. Abraham Horwitz", que le honra, en 2008, reconociendo su liderazgo natural y prestigiando a nuestro país, en el concierto de las naciones.
Hizo del Hospital su razón de ser, su pasión y su vocación de vida, haciendo y enseñando. Y de la enseñanza de la Salud Pública y la Administración de Salud el eje principal de su acción pedagógica. Ese es su principal legado, lo que nos deja como ejemplo.
Hasta el final de su vida se preocupó por estar informado, producir, escribir, contribuir, estimular a que otros hagan proyectos por los que él tanto soñó y que atisban a convertirse en realidad, si se superan los obstáculos que los seres humanos se empeñan en introducir, por ignorancia, soberbia o interés.
Decía Villar en aquel discurso inaugural de 1960, pocos meses después de haberse graduado:
"En los siete años de vida del Hospital de Clínicas, mucho es lo que se ha logrado, si se analiza serenamente, teniendo como base el punto de partida; poco, si tenemos en cuenta lo mucho que a través de esta Institución anhelamos realizar".
"Por suerte que, mucho es lo que queda por hacer. Por lejanas que algunas de las metas parezcan, las seguiremos persiguiendo, convencidos de que son ideales, pero no irreales. En definitiva, lo importante no es llegar a la meta, sino estar en el camino, en marcha, avanzando."
Eso mismo podría decirse hoy del sistema de salud y de su reforma, que él ha contribuido a idear, discutir y esclarecer, aunque la fórmula adoptada no sea la ejecución de una receta, sino una interpretación libre, no dogmática.
Hugo Villar fue reclamado por importante grupo de ciudadanos para asumir la candidatura a la Intendencia Municipal de Montevideo, en 1971. Luego de algunas consultas, aceptó el desafío y trabajó intensamente para construir un programa factible para encarar la tarea. Más tarde, pasada la elección, fue convocado por el Prof. Pablo Purriel, entonces Ministro de Salud Pública, con quien tantos años había compartido el trabajo cotidiano del Hospital de Clínicas, para que integrara un equipo de asesores que delineara y proyectara lo que sería un Seguro Nacional de Salud, que no llegó a tomar estado parlamentario por las circunstancias políticas que vivió el país. En diciembre de 1972 fue elegido por unanimidad para presidir la 6ª. Convención Médica Nacional, donde se marcaron hitos y se elaboraron documentos fundamentales para orientar la Reforma del Sistema de Salud, el Estatuto del Trabajo Médico y la Colegiación Médica.
Al intervenirse el Hospital de Clínicas, marchó al exilio durante once años, donde ejerció funciones docentes y de dirección de servicios de salud en Cuba y España, y como asesor de OPS/OMS en numerosos países de la Región de las Américas. Fue Profesor y Jefe del Departamento de Administración de Salud en el Instituto de Desarrollo de la Salud, Cuba, 1974-1978, Profesor de Salud Pública y Administración de Servicios de Salud, España, 1978-1984, Consultor de OPS/OMS entre 1978 y 1998, en Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Guatemala, Nicaragua, Estados Unidos de Norteamérica.
También fue Miembro Fundador del Instituto de Desarrollo de la Salud de Cuba, Miembro Fundador del Centro de Investigaciones y Estudios en Salud de Nicaragua, Miembro Fundador del Centro para el Desarrollo de la Gerencia Social en Bolivia, Profesor Invitado, Maestría del Departamento de Medicina Interna, Universidad Federal de Río Grande do Sul, Brasil, 1994-1998, Profesor Honorario de la Universidad de Cochabamba, Bolivia.
Pasaron muchos años. Cuando retornó al Uruguay, tras once años de exilio, ya al filo de la Democracia, una multitud rodeó su recorrido desde el Aeropuerto hasta el Centro de Montevideo, aclamándolo y abrazándolo simbólicamente. Había sabido trabajar por la gente y hablarle al corazón. Desde la profesión y como ciudadano. Esa fue su fortaleza; esa es su gloria.
Volvió entonces a dirigir el Hospital entre 1985 y 1991, tratando de restañar las muchas heridas que en el noble edificio y en la formidable organización, la Dictadura había dejado. En diciembre de 1993 fue designado Profesor Emérito de la Faculatd de Medicina de la UDELAR. El Sindicato Médico del Uruguay le confirió la Distinción Sindical el 11 de agosto de 1997.
No pudo ver consagrada en la realidad una Escuela de Salud Pública para formar los que dirigieran el Sistema Nacional de Salud y los establecimientos públicos y privados, y esa es una gran deuda que tiene el país, desde hace muchas décadas. Sin duda, cuando ella se haga realidad, su nombre estará entre las figuras prominentes que más han soñado con ese proyecto.
Se ha ido un auténtico referente de la Salud Pública, que honró al país y dejó un legado intelectual de alto valor. Desaparece un querido amigo, entrañable por sus enseñanzas y su ejemplo de vida, por su compromiso y rectitud.
Quienes conocimos al Hospital de Clínicas en sus tiempos de esplendor, sabemos cuánto esfuerzo dejó él y todo su equipo para que fuera un auténtico ejemplo de calidad asistencial. Hoy, por diversas circunstancias, se ha alejado mucho de aquel ideal, pero constituye un compromiso ineludible bregar para que vuelva a tomar el rumbo que lo conduzca a su mejor destino.
Llegue en esta hora de dolor, la solidaridad para su compañera imprescindible de la vida afectiva e intelectual, la Lic. Haydée Ballestero, y a sus hijos Álvaro, Eduardo, Daniel y Andrea; a todos sus familiares, compañeros y amigos.
Querido Hugo: descansa en paz.
martes de 15 de abril de 2014